I. LAS ESCRITURAS
Creemos que la Santa Biblia fue escrita por hombres divinamente inspirados, y que es tesoro perfecto de instrucción celestial (2ª Timoteo 3:16-17;2ª Pedro 1:21; 2ª Samuel 23:2; Hechos 1:16); que tiene a Dios por autor, por objeto la salvación, y por contenido la verdad sin mezcla de error (Proverbios 30:5-6; Juan 17:17; Romanos 3:4; Apocalipsis 22:18, 19) ; que revela los principios según los cuales Dios nos juzgará (Romanos 2:12; Juan 12:47, 48; 1ª Corintios 4:3; Lucas 10:10, 16; 12:47, 48) siendo por lo mismo, y habiendo de serlo hasta la consumación de los siglos, centro verdadero de la unión cristiana, y norma suprema a la cual se debe sujetar todo juicio que se forme de la conducta, las creencias y las opiniones humanas.
II. EL DIOS VERDADERO
Creemos que Las Escrituras enseñan que hay un Dios viviente y verdadero, y solamente éste, Espíritu infinito e inteligente, cuyo nombre es JEHOVÁ (YO SOY), Hacedor y Arbitro Supremo del cielo y de la tierra (Juan 4:24; Salmos 83:18; Hebreos 3:4; Romanos 1:20; Jeremías 10:10), indeciblemente glorioso en santidad (Éxodo 15:11; Isaías 6:3; 1ª Pedro 1:15; Apocalipsis 4:6,8) , y merecedor de toda la honra, confianza y amor posibles (Marcos 12:30; Apocalipsis 4:11; Mateo 10:37; Jeremías. 2:12, 13) ; que en la unidad de la Divinidad existen tres personas que son: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Mateo 28:19; Juan 15:26; 1ª Corintios 12:4, 6); iguales éstos en toda perfección divina, desempeñan oficios distintos, pero que armonizan en la grande obra de la redención.
III. LA CAÍDA DEL HOMBRE
Creemos que Las Escrituras enseñan que el hombre fue creado en santidad, sujeto a la ley de su Hacedor (Génesis 1:27, 31; 2:16; Eclesiastés 7:29; Hechos 17:26); pero que por la transgresión voluntaria cayó de aquel estado santo y feliz (Génesis 3:6-24; Romanos 5:12); por cuya causa todo el género humano es ahora pecador (Romanos 5:15-19; Juan3:6; Salmos 51:5), no por fuerza, sino por su voluntad; hallándose por naturaleza enteramente desprovisto de la santidad que requiere la ley de Dios, positivamente inclinado a lo malo, y por lo mismo bajo justa condenación (Efesios 2:3), sin defensa ni disculpa que le valga (Ezequiel 18:19-20; Romanos 1:20; 3:19; Gálatas. 3:22).
IV. EL CAMINO DE SALVACIÓN
Creemos que Las Escrituras enseñan que la salvación de los pecadores es puramente gratuita (Efesios 2:5; Mateo 18:11; 1 Juan 4:10; 1ª Crónicas. 3:5-7; Hechos 15:11), en virtud de la obra intercesora del Hijo de Dios (Juan 3:16) quien cumpliendo la voluntad del Padre, se hizo hombre, pero exento de pecado (Filipenses 2:6-7); honró la ley divina con su obediencia persona, y con su muerte dio plena satisfacción por nuestros pecados (Isaías 53:4-5); resucitó después de entre los muertos, y desde entonces se entronizó en los cielos; que reúne en Su persona admirabilísima las simpatías tiernas y las perfecciones divinas, teniendo así por todos estos motivos las cualidades que requiere un Salvador idóneo, compasivo y omnipotente (Hebreos 7:25; Colosenses 3:9).
V. LA JUSTIFICACIÓN
Creemos que Las Escrituras enseñan que la justificación es el gran bien evangélico que asegura Cristo (Juan 1:16; Efesios 3:8), a los que en Él tengan fe (Hechos 13:39; Romanos 5:1); que esta justificación incluye el perdón del pecado (Romanos 5:9; Zacarías 13:1; Mateo 9:6; Hechos 10:43), y el don de la vida eterna de acuerdo con los principios de la justicia; quien da esta justificación exclusivamente mediante la fe en Él, y no por consideración de ninguna obra de justicia que hagamos; imputándonos Dios gratuitamente mediante esta fe la justicia perfecta de Cristo (Romanos 5:19; 3:24-26; 4:23-26): que nos introduce a un estado altamente bienaventurado de paz y de favor con Dios, y ahora y para siempre hace nuestros todos los demás bienes que hubiéramos menester (Romanos 5:1-2) .
VI. EL CARÁCTER GRATUITO DE LA SALVACIÓN
Creemos que Las Escrituras enseñan que el evangelio franquea a todos los bienes de la salvación (Isaías 55:1; Apocalipsis 22:17) que es deber de todos aceptarlos inmediatamente con fe cordial, arrepentimiento y obediencia (Hechos 17:30; Romanos 16:26; Marcos 1:15-17) y que el único obstáculo para la salvación del peor pecador de la tierra es la perversidad de éste, y su repulsa voluntaria del evangelio (Juan 5:40; Mateo 23:37; Romanos 9:31-32) repulsa que le acarrea condenación agravada (Juan 3:29; Mateo 11:20; Lucas 19:27; 2 Tesalonicenses 1:8).
VII. LA REGENERACIÓN
Creemos que Las Escrituras enseñan que para ser salvo hay que ser regenerado o sea nacer de nuevo (Juan 3:3, 6, 7; Apocalipsis 7:13-14; 21:27); que consiste la regeneración en comunicar al alma el carácter santo (2 Corintios 5:17; Ezequiel 36:26; Deuteronomio 30:6; Romanos 2:28-29) ; que el poder del Espíritu Santo en unión de la verdad divina (Juan 3:8; 1:13; Santiago 1:16-18; 1 Corintios 1:30; Filipenses 2:13), efectúa la regeneración de una manera que no está al alcance de nuestra inteligencia, consiguiéndose así que voluntariamente obedezcamos el evangelio (1 Pedro 1:22-23; 1 Juan 5:1; Efesios 4:20-24; Colosenses 3:11); y se ve evidencia realmente en los sanos frutos de arrepentimiento, fe y novedad de vida (Efesios 5:9; Romanos 8:9; Gálatas 5:16-23; Mateo 3:8-10; 7:20; 1 Juan 5:14,18).
VIII. EL ARREPENTIMIENTO Y LA FE
Creemos que Las Escrituras enseñan que son deberes sagrados el arrepentimiento y la fe, y asimismo que son gracias inseparables, labradas en el alma por el Espíritu Regenerador Divino (Juan 3:3,6-7; Apocalipsis 7:13-14; 21:27); mediante las cuales, profundamente convencidos de nuestra culpa, de nuestro peligro y de nuestra impotencia, como también de lo referente al camino de salvación mediante Cristo (Juan 16:8; Hechos 2:38; 16:30-31), nos volvemos hacia Dios sinceramente contritos, confesándonos con El e implorando Su misericordia; cordialmente reconociendo, a la vez, al Señor Jesucristo como Profeta, Sacerdote, y Rey nuestro, en quien exclusivamente confiamos en calidad de Salvador único y omnipotente (Romanos 10:9-11; Hechos 3:22- 23; Hebreos 4:14)
IX EL PROPÓSITO DE LA GRACIA DIVINA
Creemos que Las Escrituras enseñan que la elección es aquel propósito eterno de Dios según el cual misericordiosamente regenera, santifica y salva a los pecadores (2 Timoteo 1:8-9); que por ser este propósito perfectamente consecuente con el albedrío humano, abarca todos los medios junto con el fin (2 Tesalonicenses 2:13-14) que sirve de manifestación gloriosísima de la soberana bondad divina (1 Corintios 4:7; 1:26-31; Romanos 3:27); que absolutamente excluye la jactancia, promoviendo humildad (2 Timoteo 2:10; 1 Corintios 9:22; Romanos 8:28,30) que estimula al uso de los medios; que puede conocerse viendo sus efectos en todos los que realmente reciben a Cristo (1 Tesalonicenses 1:4); que es fundamento de la seguridad cristiana ; y que cerciorarnos de esto, por lo que concierne personalmente, exige y merece suma diligencia de nuestra parte (2 Pedro 1:10-11; Filipenses 3:12; Hebreos 6:11)
X. LA SANTIFICACIÓN
Creemos que Las Escrituras enseñan que la santificación es aquel procedimiento mediante el cual se nos hace partícipes de la santidad de Dios, según la voluntad de Este (1 Tesalonicenses 4:3; 5:32; 2 Corintios 7:1; Efesios 1:4); que es obra progresiva (Proverbios 4:18) , que principia con la regeneración; que la desarrolla en el corazón fiel la presencia y el poder del Santo Espíritu, Sellador y Consolador, empleándose continuamente los medios señalados, sobre todo, La Palabra de Dios, y también el examen propio, la abnegación, la vigilancia y la oración (Filipenses 2:12; Efesios 4:11, 12; 1 Pedro 2:2; 2 Pedro 2:2; 2 Pedro 3:18; 2 Corintios 13:5; Lucas 11:35; 9:23; Mateo 26:18; Efesios 6:18; 4:30) practicando todo ejercicio y cumpliendo todo deber piadoso (1ª Timoteo 4:7).
XI. LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
Creemos que Las Escrituras enseñan que los verdaderos regenerados, los nacidos del Espíritu, no apostatarán para perecer irremediablemente, sino que permanecerán hasta el fin (1 Juan 8:31; 2:27-28); que su adhesión perseverante a Cristo es la señal notable que los distingue de los que superficialmente hacen profesión (1 Juan 2:19); que por el bien de ellos vela la Providencia especial (Romanos 8:28; Mateo 6:30-33; Jeremías 32:40); y que son custodiados por el poder de Dios para la salvación mediante la fe (Filipenses 1:6; 2:12-13).
XII. LA LEY Y EL EVANGELIO
Creemos que Las Escrituras enseñan que la Ley de Dios es la norma eterna e invariable de Su gobierno moral (Romanos 3:31; Mateo 5:17; Lucas. 16:17; Romanos 3:20; 4:15), que es santa, justa y buena (Romanos 7:12; 7:7, 14, 22; Gálatas 3:21; Salmos 119); que la única causa de la incapacidad para cumplir los preceptos de ella, atribuida por Las Escrituras al hombre caído, es la naturaleza pecaminosa de éste (Romanos 8:7-8) , libertarnos de la cual, y restituirnos mediante Intercesor a la obediencia a la obediencia de la Santa Ley, es uno de los principales objetos propuestos en el evangelio, y también de los medios de gracia relacionados con el establecimiento de la iglesia (Romanos 8:2-4).
XIII. UNA IGLESIA EVANGÉLICA
Creemos que Las Escrituras enseñan que una iglesia de Cristo es una agrupación de fieles bautizados (Hechos 2:41-42), asociados mediante pacto en fe y la comunión del evangelio (2 Corintios 8:6); la cual practica las ordenanzas de Cristo (1 Corintios 11:2); es gobernada por las leyes de éste (Mateo 28:20; Juan 14:15); y ejerce los dones, derechos y privilegios que a ella otorga la palabra del mismo (1 Corintios 14:12) y cuyos únicos oficiales bíblicos son el pastor y obispo, y los diáconos (Filipenses 1:1; Hechos 14:23; 15:22; 1 Timoteo 3:1; Tito 1); estando definidos los requisitos, derechos y obligaciones de estos oficiales en las epístolas de Pablo a Timoteo y Tito.
XIV. EL BAUTISMO CRISTIANO Y LA CENA DEL SEÑOR
- BAUTISMO:
Creemos que Las Escrituras enseñan que el Bautismo cristiano es la inmersión en agua del que tenga fe en Cristo (Hechos 8:36-39; Mateo 3:5, 6; Juan 3:22, 23; 4:1, 2; Mateo 28:19); hecha en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:19; Hechos 10:47-48; Gálatas 3:27-28); a fin de proclamar, mediante su emblema hermoso, esta fe en el Salvador crucificado, sepultado y resucitado, y también el efecto de la misma fe, a saber, la muerte al pecado y la resurrección a nueva vida del fiel (Romanos 6:3; Colosenses 2:12), y que el bautismo es requisito previo para los privilegios de la relación eclesiástica como por ejemplo, la Cena del Señor (Hechos 2:41; Mateo 26:19-29).
- CENA DEL SEÑOR:
Creemos que Las Escrituras enseñan que la Cena del Señor es cierta provisión de pan y vino, que representa el Cuerpo y La Sangre de Cristo, y que de ella participan los miembros de la iglesia reunidos para el efecto (Lucas 22:19, 20; Marcos 14:20-26; Mateo 26:-27-30; 1 Corintios 11:27-30; 10:16), conmemorando así la muerte de su Señor (1ª Corintios 11:26; Mateo 28:20), proclamando la fe que le tienen, su participación en los merecimientos de Su sacrificio, su necesidad de que les suministre vida y nutrimiento espirituales (Juan 6:35,54,56), y su esperanza de la vida eterna en virtud de la resurrección de Cristo de entre los muertos; y que debe preceder a su observancia el examen detenido de sí propio por cada partícipe (1ª Corintios 11:28).
XV. EL DÍA DEL SEÑOR
Creemos que Las Escrituras enseñan que es Día del Señor el primero de la semana (Hechos 20:7), y que se le ha de consagrar a lo fines religiosos (Éxodo 20;8; Apocalipsis 1:10; Salmos 118:24), absteniéndose el cristiano de todo trabajo secular que no sea obra de misericordia y necesidad (Isaías 58:13-14; 56:2-8), valiéndose con devoción de todos los medios de gracia, privados y públicos (Hebreos 10:24-25; Hechos 13:44), y preparándose así para “el descanso que le queda al pueblo de Dios”.
XVI. EL GOBIERNO CIVIL
Creemos que Las Escrituras enseñan que existe el gobierno civil por disposición divina, para los intereses y el buen orden de la sociedad humana (Romanos 13:7); y que debemos orar por los magistrados honrándolos en conciencia y obedeciéndoles (Mateo 22:21; Tito 3:1; 1 Pedro 2:13; 1 Timoteo 2:1-8), salvo en cosas que sean opuestas a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo (Hechos 5:29; Mateo 10:28; Deuteronomio 3:15-18; Hechos 4:18-20), único dueño de la conciencia y príncipe de los reyes de la tierra (Mateo 23:10; Apocalipsis 19:16; Salmos 72:11; Salmos 2; Romanos 14:9-12) .
XVII. LOS JUSTOS Y LOS IMPÍOS
Creemos que Las Escrituras enseñan que hay diferencia radical y esencial entre los justos y los impíos (Malaquías 3:18; Proverbios 12:26; Isaías 5:20; Génesis 18:23; Jeremías 15:19; Hechos 10:34-35), que en la estimación de Dios no hay justos verdaderos aparte de los regenerados; éstos han sido justificados mediante la fe en Jesucristo, y santificados pro el Espíritu Divino (Romanos 1:17; 1 Juan 3:7; Romanos 6:28, 22; 1 Corintios 11:32; Proverbios 11:31; 1 Pedro 4:17); que, a los ojos de Dios, son impíos y malditos cuanto sigan impenitentes e incrédulos (1 Juan 5:19; Gálatas 3:10; Juan 3:36; Isaías 57:12; 55:6-7; Salmos 10:4); y que es permanente esta diferencia entre unos y otros al morir después de la muerte (Proverbios 14:32; 10:24; Lucas 16:25; Juan 8:21-24; Lucas 12:4, 5;11:23-36; Juan 12:25-36; Eclesiastés 3:17).
XVIII. EL MUNDO VENIDERO
Creemos que Las Escrituras enseñan que se acerca el fin de este mundo (1ª Pedro 4:7; 1 Corintios 7:29-31; Hebreos 1:10-12; Mateo 24:35); que en el día postrero Cristo descenderá del cielo (Hechos 1:11), y levantará los muertos del sepulcro para que reciban su retribución final (Hechos 24:15; 1 Corintios 15:12- 58; Lucas 14:14; Deuteronomio 12.2); que entonces se verificará una separación solemne (Mateo 13.49; 37-43; 24:30-31; 25:31-33); que los impíos serán sentenciados al castigo eterno, y los justos al gozo sin fin (Mateo 25:31-46; Apocalipsis 22:11; 1ª Corintios 6:9; 10; Marcos 9:43-48); y que este juicio determinará para siempre, sobre los principios de la justicia, el estado final de los hombres, en el cielo o en el infierno (2 Tesalonicenses 1:6-12; Hebreos 6:1-2; 1 Corintios 4:5; Hechos 17:13; Romanos 2:2-16; 1 Juan 2:28; 4:17; 2 Pedro 3:11-12.).